martes, 10 de noviembre de 2009

LOS HUÉSPEDES EN PROTESIS

Aquí, la crítica de Los huéspedes aparecida en Prótesis, a cargo de David G. Panadero. Agradecido y emocionado.

http://revistaprotesis.blogspot.com/2009/11/los-huespedes-ruben-sanchez-trigos.html

lunes, 19 de octubre de 2009

DARK GETAFE

Desde hoy, lunes 19, y hasta el domingo 25, se celebra Getafe Negro, capitaneado, como en la primera edición, por Lorenzo Silva y David Barba. Y digo se celebra porque, como dicta el tópico, esto es una fiesta. Encuentros con autores, presentaciones, mesas redondas, cañas -lo lógico sería que de cerveza negra, si se me permite el chiste fácil-... todo muy oscurito.

Personalmente participaré en dos actividades:


Mesa redonda sobre cómic y género negro.

Lunes 19. 19: oo h. Carpa de actividades.



Presentación de Los huéspedes, de Rubén Sánchez Trigos.

Viernes 24. 18: 00 h. Carpa de actividades.


Anda, échale un vistazo al programa y pasate un día.


Nos vemos en los callejones...
ACTUALIZACIÓN:
El domingo 25, a las 18: 30 h. estaré firmando en la feria del libro de Getafe. Se ruega traigan cerveza en grandes cantidades y muy fría.

martes, 25 de agosto de 2009

APARECIDOS... PERO EN ARGENTINA

Esta semana comentaba con un amigo la dificultad que tiene nuestro cine fantástico para crear, explotar y no digamos reformular mitos autóctonos, para crear un verdadero cine de género español, tal y como hicieron en su momento Estados Unidos o Italia, y como ha venido haciendo últimamente Francia. Un cine que, sin perder sus señas de identidad, pueda al mismo tiempo exportarse al extranjero y, poco a poco, establecer un tejido industrial más o menos sólido. Competitivo. Como ya comenté en el anterior post, técnicamente nuestros realizadores ya han alcanzado las excelencias exigibles... conceptual y temáticamente, eso ya es otra cosa. Pues bien, hace poco pude ver por fin, porque la tenía ganas, una película que viene a corroborar todo esto.

Aparecidos es el debut en el largometraje de Paco Cabezas, (en la imagen, explotando su imagen de freaky-director), al que tengo en más aprecio como director de largos que de cortos –me pasa como con Vigalondo, del que prefiero Los cronocrimenes, con todos sus defectos, antes que todos sus cortometrajes juntos-. Aparecidos es casi paradigmático de lo que podríamos llamar el nuevo cine fantástico español, con Balagueró y Paco Plaza a la cabeza y con Amenábar ejerciendo de líder espiritual –por supuesto, Balagueró y Plaza gozan de una cultura fantaterrorífica y... bueno, en general de una cultura que Amenábar ya quisiera-. Es decir, el film de Paco Cabezas está tan brillantemente rodado y narrado como impersonal es. Baste como ejemplo la banda sonora de Óscar Araujo. Magnífica, pero sobre explotada. Como si el director necesitara en todo momento recordarnos lo trascendente de su historia, lo emotivo de la peripecia y lo importante de su moraleja final. Es decir, una vez más una buena idea lastrada por la spielberización de la propuesta. Otro “Mamá, quiero ser Amenábar” y gustar a todo el mundo. Véase la secuencia final, en la que uno de los protagonistas expresa su deseo de que el planeta sea por fin un lugar maravilloso, de amor y de paz (glup)... cuando se encuentra a 10 de septiembre de 2001. Un desenlace maniqueo, ingenuo y oportunista. Es decir: cine español del malo, del que quiere ir de solidario, progresista y buenrollista. Y así, con buen rollo gratuito, me temo que no se acaba una película de terror que hasta entonces funcionaba bien.

Pero dejando a un lado este desliz y algunas incoherencias del guión –no muchas, pero importantes: ¿porqué el villano de la película quiere matar a sus hijos? ¿? ¿Es normal que dos personas perseguidas por un asesino entren a un bar y se pongan a desayunar como si nada? ¿¿??-, lo que más me ha llamado la atención de Aparecidos es la decisión de su director y guionista de ambientar la acción en Argentina, concretamente teniendo como telón de fondo los crímenes cometidos durante su dictadura. Esencialmente porque no hay nada en la trama que justifique esta decisión. Es decir, y hablando claro, Aparecidos podría perfectamente haberse contado igual cambiando la dictadura argentina por la franquista. Así que si yo fuera retorcido, y lo soy, pensaría:

a) Que Paco Cabezas –y sus productores- han tratado de evitar por todos lo medios que el espectador diga eso de: “no, porras, otra película española sobre Franco y la guerra civil”.

b) Que Paco Cabezas –y sus productores- han preferido no mojarse, echar balones fuera y evitar susceptibilidades en un país donde, cual niños en patio de recreos, seguimos creyendo en las dos Españas, en los vencedores y los vencidos, en los rojos y los fachas. Un país de extremos, incapaz de perdonar y de ser perdonado.
O puede, sencillamente, que yo vea fantasmas donde no los hay. Puede que Paco Cabezas ni siquiera haya reparado en esto y que la dictadura argentina, simplemente, le parezca un episodio con el suficiente potencial dramático como para incluirlo en su historia. No lo sé. Pero a mí me parece una pena. Porque Aparecidos, con todos sus defectos, tiene garra, factura y una buena idea detrás. Y lo que es más importante: ganas de emplear el género de terror para hablar de cosas interesantes. Por eso lamento que se haya perdido la oportunidad de emplear nuestra dictadura, nuestro Franco (es nuestro, mal que nos pese), es decir, nuestra Historia, para levantar lo que de podría haber sido un buen ejemplo de genuino cine fantástico español.

Todo esto, me temo, seguirá siendo así mientras nuestros cineastas y nuestro público, soberano él, no entiendan que si Estados Unidos tiene sus gasolineras y sus granjas polvorientas repletas de psicópatas nerds, sus Watergates, sus veteranos que aún matan Charlies en sueños, nosotros tenemos una España profunda, unos pueblos castellanos anclados en el velo negro y la misa de doce, unas meigas, una dictadura que también secuestró y torturó rojos, invertidos y maleantes y que ha poblado nuestras calles de fantasmas que vagan pidiendo justicia.

Y que todo eso, aunque parezca mentira, sigua sin explotarse aún en nuestro cine de género.

lunes, 10 de agosto de 2009

VALLADOLID TRASH

Acabo de aterrizar de Valladolid, donde he disfrutado como un enano con la semana que la Cátedra de Cine de la UVA le ha dedicado al cine de terror español. Echad un vistazo a los títulos de las ponencias –Poesía pulp, deconstrucción pop y otras anomalías del terror de pipas; Son leyenda: francotiradores del cine fantástico español-; a los nombres de los ponentes –Roberto Cueto, Jordi Costa, Jesús Palacios- y al programa de proyecciones –Las vampiras, El jorobado de la morgue, No profanar el sueño de los muertos- e intentad no pringar de baba el teclado.

Además del gustazo que supone la compañía de Cueto, Costa y Palacios –durante muchas, muchas generaciones a los que decimos escribir sobre cine fantástico sólo nos quedará seguir su escuela-, hice muchos y buenos amigos. Para resumirlo, diré que Diego Morán, director del difunto Festival de Cine Fantástico y de Terror de Cáceres, y sus compinches hicieron mi paso por la ciudad un poco más apacible.

Se hablaron de muchas cosas, delante o no de unas cervezas, y sobre algunas de ellas me gustaría divagar un poco en las siguientes entradas. Para empezar, un apunte de Jesús Palacios: a fuerza de spielberizarse, el cine fantástico español corre el peligro de perder sus señas de identidad -si es que alguna vez las tuvo, y yo creo que sí- y esto es algo patente en éxitos como Los otros o El orfanato. Lo que Palacios contó no es nuevo, pero tiene la facultad, como los grandes, de expresarlo de un modo claro y diáfano. Las películas de Amenábar y Bayona, siendo brillantes técnica y formalmente, aportan poco o nada al desarrollo del género, se limitan a ser un pastiche de situaciones, contextos y tópicos que para colmo pretenden pasar por originales. Son, en definitiva, cine de terror para espectadores que habitualmente no ven cine de terror.

Pero esto no es lo peor. Lo más grave de todo es que las referencias de esas películas no son literarias, ni artísticas, ni teatrales: son sencillamente otras películas. Los otros no se mira en Otra vuelta de tuerca, sino en la adaptación de Otra vuelta de tuerca realizada por Jack Clayton. Y una de las referencias más claras de El orfanato es Poltergeist –la escena con los parapsicólogos, prodigiosamente realizada pero metida con calzador en el guión-. No seré yo quien discuta la impronta del maestro Spielberg, o Hitchcock, o Kubrick, pero mal vamos si nuestros creadores no entienden que detrás de Encuentros en la tercera fase, Barry Lyndon o Psicosis hay todo un entramado de mitos, arquetipos y relatos que transcienden el medio cinematográfico a fuerza de ser anteriores a él.

En resumen: nuestras escuelas de cine y facultades están llenas de cinéfilos que no sueñan con alcanzar el poder narrativo de un Stevenson o la capacidad de sugerencia de un Lovecraft, sino que miran Tesis o Pulp Fiction como si fueran La Biblia.

Dicho esto, impagable poder ver, por fin, No profanar el sueño de los muertos en 35 mm.

viernes, 19 de junio de 2009

TARDE DE DOMINGO, DE FIRMAS Y DE CAÑAS









viernes, 5 de junio de 2009

FERIA DEL LIBRO DE MADRID (modificación)

Me cuentan que la firma de ejemplares de Los huéspedes se pasa a:

Domingo 14 de junio en horario de tarde.

En el mismo sitio: Caseta Mahidisa (340).

Cerramos la fería. ¿Ruiz-Zafón? ¿Ken Follet? Meros teloneros.

lunes, 1 de junio de 2009

LO ANORMAL (DE PREMIOS Y FESTIVALES)

No es lo normal. Por lo menos, no para mí. Que uno tenga que subir a un escenario dos sábados consecutivos a recoger sendos premios, aún cuando uno de ellos ni siquiera vaya dirigido a su persona, sino al conjunto de un trabajo (un corto) Por eso, por la cercanía en el tiempo, reúno las dos crónicas en el mismo post.

Por partes. El sábado 23 de mayo se entregaron los Premios Drakul de Novela y Cómic, entre los cuales un servidor recibió el galardón de finalista por la novela Los huéspedes. Siete días después, el sábado 30 de mayo, El contratiempo recibió el premio a la Mejor Película en el Festival de Cortometrajes de Torrelavega.

De lo primero, es justo destacar dos cosas:

1) La pasión que Javier Ortiz, editor de Drakul, ha puesto y pone en el proyecto. Verle hablar de nosotros, sus autores, y de nuestras obras es de esas cosas que le animan a uno a seguir dándole a la tecla.
2) La tertulia/encuentro que mantuvimos con los lectores Manuel Nonidez, Jorge de Juan y yo mismo. Vale, la sesión de firmas de antes estuvo chula (ver la foto), pero lo de mirar cara a cara, con tiempo y tranquilidad, a quienes te aseguran que han disfrutado con tu libro no tiene precio.

En segundo lugar: este, el literario, era un premio anunciado, no así el de Torrelavega. Cánovas y yo viajamos al festival porque se premiaba a José Luis Gil, protagonista de El contratiempo. Vamos, que fuimos para estar con él y porque el norte siempre llama. Ni por asomo esperábamos premio alguno al corto. Insisto en esto porque, como cualquier cortometrajista honesto sabe, lo normal es que se avise a los premiados con suficiente antelación para asegurarse su asistencia –queda muy mal eso de anunciar un premio y que no haya nadie para recogerlo, demonios-. Pero en Torrelavega se la juegan. Ni nosotros ni nadie sabíamos a lo que íbamos. (En la imagen: Cánovas y un fulano que no sé quién junto a la alcaldesa)

Aparte del premio –que es del corto, es decir, de todo el equipo, y que tenía que haber recogido David en solitario, que para eso dirige- lo mejor es que por allí andaban Ana Belén –qué mujer, qué artista, qué todo-, Mario Camus, a quien se homenajeaba, Fernando Méndez-Leite, Gonzalo Suárez, José Luis Sánchez Noriega... Y algunos, no muchos, gin-tonics.

Pues eso, que muchas gracias. Pero vamos, que esto no es lo habitual.

miércoles, 27 de mayo de 2009

CRÓNICA DE UNA PRESENTACIÓN ANUNCIADA (SIN MUERTOS)

La tarde empezó con amenaza de catástrofe. Juan Aparicio-Belmonte se presentó en la librería Estudio en Escarlata vistiendo una camiseta de Negra y criminal, es decir, de la competencia en Barcelona. Juan Escarlati le fulminó con la mirada y le espetó algo así como: “¿Buscas pelea, chaval?”. (Bueno, igual no fue esto exactamente. Vosotros me entendéis).

Juan se parece al protagonista de Mala suerte, recuerdo que pensé entonces. Mala suerte fue su primera novela. Y después pensé que, siguiendo esta siniestra asociación autor-personaje, igual a Santiago Eximeno le daba por convertirse en licántropo en mitad de la presentación.
Con esta congoja, nos sentamos y comenzamos a hablar de Los huéspedes. Es decir, comenzó Juan. Y a los pocos minutos de una presentación brillante y analítica –Ignacio Arjol es el mago de oz, ¡Wow!-, le dio por contar una parte del final de la novela.

Esto ya no tiene marcha atrás, me dije. Juan se ha convertido definitivamente en el personaje de su novela. Y entonces, suavemente, comencé a apartarme poco a poco de Eximeno, imaginando que tenía un enorme cuchillo de carnicero bajo la mesa, o que una herida provocada por la mordedura de un zombie fermentaba bajo su camisa. Luego en quien pensé es en toda esa gente que había venido y que jamás saldría con vida de aquel lugar: Loren -nuestra generación se quedaría sin su Pepín Bello-, Andrés Peláez, Alfonso Cuadrado, Francisco Balbuena, Javier Vázquez Losada, y hasta Edysa, mi directora de tesis. ¿Quién llevará a buen puerto mis zombies ahora?, me dije.

Pero qué va. Ni a Juan le terminó de usurpar su propio personaje, ni a Santi le dio por comerse a nadie. En cambio, hablaron de Los huéspedes, del género de terror, de lo que es necesario que contenga un libro para no dejar escapar vivo al lector. De lo que saben. De lo que aman, vamos.

Santi señaló sus dos escenas favoritas, que resulta que también son las mías, y de cómo su corazoncito de aficionado al género agradeció especialmente la última, donde ocurre aquello tan transitado y temerario de “atar todos los cabos”. Puse mucho empeño en esa escena mientras la escribía. Nunca le agradeceré lo suficiente que la señalara.

Y lo mismo para Juan, que logró ese pequeño milagro de señalar al autor aspectos de su propio libro en los que ni él mismo había reparado –una de las escenas más siniestras de la novela transcurre en un parque infantil, claro que sí, Juan-.

Lo dije al final de la presentación, pero lo dejo aquí escrito: mientras escribía Los huéspedes hace dos años, ni por asomo me imaginé presentándola en estas circunstancias.

Y lo mejor estaba por venir: las chicas de la foto en realidad estaban esperando para saltar sobre Eximeno y yo, cual groupies enloquecidas. Si Juan no aparece es porque a esas alturas ya se lo había llevado otro grupo de fans femeninas. No hemos vuelto a saber de él.

martes, 19 de mayo de 2009

PRESENTACIÓN DE 'LOS HUÉSPEDES'


Jueves 21 de mayo a las 19: 30 h.

Librería Estudio en Escarlata.

C/ Guzmán el Bueno, 46 (Esq. Fernández de los Ríos)
Intervienen:

Rubén Sánchez Trigos y los escritores Santiago Eximeno y Juan Aparicio-Belmonte.

Habrá gente maja, cerveza y algunos libros, digo yo.

viernes, 1 de mayo de 2009

DÉJAME ENTRAR (ALLÁ ELLOS)

Casi al final de la película, cuando el protagonista de este bellísimo cuento completa su viaje hacia la madurez por la única vía posible, la del dolor, asistimos a un ritual inevitablemente catártico: Oskar cierra uno a uno los capos y los maleteros de la colección de coches en miniatura que decora su cuarto. El cuarto que todos, más o menos, hemos tenido a su edad: un refugio.

Déjame entrar revela en esta escena sus verdaderas cartas: es cine fantástico –con vampiros, para más señas-, pero es, sobre todo, una historia desgarradoramente universal sobre el fin de la inocencia. Oskar llora por una mujer por primera vez en su vida, igual que todos lo hacemos tarde o temprano, como colofón o bienvenida a nuestra adolescencia.

Debería ser una de esas películas que demuestre a los incrédulos que el cine de género también puede ser poético, sugerente y evocador, y, lo que es más importante, sin aburrir a nadie –por si había dudas después de Dellamorte Dellamorte o Yo anduve con un zombie-. Leí, no recuerdo dónde, que si Bresson filmara gore, esta hubiera sido su película. La verdad, no estoy muy seguro de ello, pero desde luego Déjame entrar es una de las historias de amor más conmovedoras y más cercanas que recuerdo haber visto en una sala en mucho tiempo –para el recuerdo queda el momento en que Eli, con la boca cubierta de sangre, se mete desnuda en la cama con Oskar, una bofetada de ternura al espectador-.

Y tranquilos, porque en lo que se refiere al género de terror, cumple el expediente con creces: los ataques de la niña vampira están filmados como Dios manda. Es decir, como los del depredador que no puede evitar ser. Toma nota, Crepúsculo y demás mariconadas posmodernas.

Habrá quien pase de verla sencillamente porque se trata de “una de miedo”. Allá ellos. Se van a perder una verdadera joya. Y de las buenas.

martes, 14 de abril de 2009

AQUÍ Y AHORA


La gente de Aquí y ahora publicó esta entrevista a un servidor con motivo de la publicación de Los huéspedes. La versión en papel supongo que será ya difícilmente localizable. Cuelgo aquí la versión en digital, que es la misma, con cierto retraso.


AVISO PARA NAVEGANTES: en la reseña de la novela, que no en la entrevista, hay un spoiler del tamaño de Godzilla. Bueno, quizá no tanto, pero desvela algo importante del final.